Nuevo Testamento en Náhuatl

Después de Tehuacán, Puebla, sigue el camino recto y plano entre cactus y cañaverales, con las montañas en la distancia. Ya en Oaxaca, después de Teotitlán del Camino, cambia repentinamente todo porque estamos en la sierra. La carretera es una serie vertiginosa de curvas mientras sube cada vez más y se aleja del calor tropical del valle. Algunas milpas parecen casi verticales, testigos mudos de la vida difícil de la sierra. Pasamos casi bajo la brizna de varias cascadas, y en ocasiones es necesario cambiar de carril por los derrumbes. Se avistan comunidades pequeñas en los cerros más allá, y en un momento hasta la punta nevada del Pico de Orizaba. Al fin salimos del pavimento y bajamos una distancia corta hasta Sta. María Teopoxco, anidada en la ladera de una montaña, donde empiezan los preparativos para una gran celebración, el 26 de agosto del 2006.

Entre la iglesia católica y la presidencia municipal están puestas las lonas en la cancha de básquetbol. Se van llenando cientos de sillas mientras canta un mariachi cristiano, en náhuatl, hasta que empieza la dedicación del Nuevo Testamento con unos 500 asistentes. Primero, habla el traductor Rafael Reed de cómo conoció en 1991 a Arnulfo Prado Bernardo, quien lo ayudó durante un tiempo con la traducción del Nuevo Testamento en el náhuatl del sureste de Puebla, del que es hablante nativo. Ese mismo año, el impacto de la Palabra da frutos en su vida y el joven conoce a Cristo como su Salvador. Algún tiempo después, Arnulfo se casa con Elaina, la hija de los Reed y en 1998 Dios los llama al trabajo de traducción en otra variante del náhuatl, la de Teopoxco.

La siguiente participación en la ceremonia de dedicación sorprende y alegra a muchos. El presidente del Instituto Lingüístico de Verano, David Tuggy, se dirige al público en la lengua autóctona de muchos de ellos, por lo menos en una variante de ella. Resulta que el lingüista es traductor bíblico en el náhuatl de Orizaba; sólo da un breve resumen de sus palabras en el español, observando que por ley, ahora no es necesario usar este idioma en el contexto indígena.

El siguiente orador, Ronaldo N., usa una metáfora basada en las variedades de maíz nativas de la zona zapoteca de Yalalag, donde él trabajó como traductor. Los mixtecos sostienen que ese maíz es el más sabroso y nutritivo por ser de la región. De manera semejante, comenta Newberg, la Palabra de Dios es más “sabrosa” y agradable cuando se recibe en la lengua propia de una etnia; “nutre” de forma más completa al ser mejor comprendida en la lengua del corazón. El subdirector del ILV presenta también el trabajo de “La asociación de la semilla”, del que forma parte la familia Prado, como traductores nacionales. Entrega reconocimientos a Arnulfo Prado y a sus cotraductores Severiana Estrada, Miguel Palacios y Gabriela Guzmán.

No podría faltar la presencia de Arturo Robles Pallares, director de La Liga Bíblica para América Latina, organización responsable de la publicación del Nuevo Testamento y de la capacitación de obreros indígenas para la difusión del Evangelio. Luego llega el momento esperado, en el que dos pastores de la región y el presidente municipal Víctor Corona participan en el corte del listón de las cajas llenas de libros. Por enfermedad en su familia, tuvo que estar ausente el también invitado sacerdote de la comunidad, Víctor Villalobos. Además del Nuevo Testamento, se ofrece a los asistentes un complemento excelente: un resumen de historias del Antiguo Testamento también en su idioma natal.

En varias partes del programa, participan coros de diferentes pueblos de la zona, cantando coros e himnos en náhuatl.

Al terminar el programa, se palpa la emoción de muchos de los asistentes cuando, en vez de correr para disfrutar los tamales que se han preparado, se amontonan para comprar a costo especial ¡los primeros libros que se publican en la variante del náhuatl que ellos hablan!

Están presentes no solamente personas de muchas comunidades de la sierra circundante, sino también muchas visitas de Puebla, D.F., Mitla y las ciudades de Oaxaca y México, además de Texas. Los que vienen de más lejos, aunque no visitan el país solamente por esta razón, son dos jóvenes ¡de Australia! Eso es, si no se cuentan las Biblias mismas, que llegaron desde el lejano Corea. Los traductores bíblicos que presencian el evento incluyen a indígenas y extranjeros que trabajan en las siguientes lenguas: mazateco (de la misma sierra circundante), mixteco, otomí, mephaa (o tlapaneco), popoluca, el lenguaje de señas, y numerosas variantes del zapoteco y del náhuatl.

Este gran logro, la traducción del Nuevo Testamento en otra etnia mexicana, fue posible sin duda a la ayuda del Espíritu Santo. El hecho de que se haya realizado en sólo ocho años (cuando los misioneros extranjeros por lo general lo terminan en mucho tiempo más) se debió también a la gran ventaja de tener a un traductor indígena, hablante ya de otra versión del náhuatl. El apoyo de su esposa Elaine, de sus cotraductores, de asesores del ILV y además otras personas fueron esenciales. Aparte de la traducción en sí, otros esfuerzos como el promover la traducción de cantos cristianos al náhuatl y el ofrecer cursos de alfabetización en la lengua, fueron actividades paralelas de gran importancia para que los habitantes de esta región se preparen mejor para estar bien representados en la escena celestial que describe Apocalipsis 5:9: ¡habrá habitantes de cada tribu, lengua y etnia presentes!

Por Margarita Hord de Méndez