La Traduccion de la Biblia en la Cultura y los Medios de Comunicación – parte 3

Tercera Lección Semiótica, metalenguaje y traducción – Estamos de acuerdo en la afirmación de Roman Jakobson en el sentido de que, desde un punto de vista lingüístico, estamos haciendo traducción independientemente de que estemos reescribiendo un texto en la misma lengua, pasándolo a una lengua distinta o adaptándolo a la pantalla.

Pero desde un punto de vista lingüístico, no se explica en qué sentido la transmisión de información dentro de una misma lengua o entre lenguas distintas representa el mismo tipo de acción traductora que el adaptar un texto a la pantalla. Así pues, nos vemos obligados a buscar otra disciplina que nos provea de un modelo teórico único que, de hecho, haga esta afirmación transparente en un nivel conceptual y al mismo tiempo ofrezca orientaciones y principios que puedan guiar la producción y la práctica. A esto se añade que una cosa es decir que traducimos, independientemente de que sea desde un texto fuente en ruso a un texto meta en inglés, o desde una fuente literaria en ruso a una variedad dialectal del ruso; y otra muy distinta es situar estos tres procesos dentro de una teoría única o un marco conceptual que explique adecuadamente por qué representan ejemplos de lo que llamamos traducción, a pesar de que muestren claras diferencias en cuanto a procedimiento y producto final.

        El campo de estudio desde el que se sugiere tal teoría y modelo se denomina semiótica, un término que proviene del griego semeion, ‘signo’. Los filólogos clásicos conocen el término bien por encontrarlo, por ejemplo, en escritos médicos griegos donde significa ‘síntoma de una enfermedad’. Los estudiosos de la Biblia lo conocen por hallarlo, por ejemplo, en el Evangelio de Juan, donde denota los milagros de Jesús como acciones que mostraban el poder de Dios (Juan 2.11). La semiótica moderna tiene muchas variantes, pero todas comparten la obra de tres estudiosos: Ferdinand de Saussure (1857-1913), Charles Sanders Peirce (1839-1914) y Charles William Morris (1901-1979). El trabajo de Peirce ha atraído la atención de los expertos de un modo especial, por sus múltiples aplicaciones a la teoría y la práctica de la traducción en sus diversas variantes. Hoy en día, existe un consenso creciente sobre el valor de la semiótica de Peirce como una teoría general de la traducción en el sentido en que Jakobson la entendía (interlingüística, intralingüística, intersemiótica).
        En términos generales, la semiótica ofrece un metalenguaje para la traducción, esto es, proporciona un modo estructurado de hablar sobre la traducción. Describe, predice y analiza los elementos de la traducción. Y lo hace sin devaluar ninguno de ellos. En un modelo semiótico, no diríamos, “Bueno, eso es una paráfrasis, no una traducción” o “Venga, eso es una adaptación al cine, no una traducción”. La semiótica es además particularmente útil como un metalenguaje para la traducción porque maneja con idéntica facilidad sistemas y signos complejos y sencillos. Puede explicar cómo construimos el significado y cómo lo traducimos, independientemente de que estemos hablando de palabras sueltas, frases, párrafos, películas, arquitectura, danza o música.
        La aplicación de la semiótica a la traducción va más allá de su función como metalenguaje. Explica eternos problemas del significado, en particular del significado traducido. Es particularmente útil para explicar por qué uno o más signos significan cosas distintas para diferentes lectores y espectadores, incluso dentro de la misma lengua y la misma cultura. Por ejemplo, ¿por qué una sencilla frase o combinación de signos léxicos como “me tomaré una taza de café con espacio” tiene sentido en el centro de Manhattan, pero parece incorrecta en cualquier otro punto del mundo angloparlante? O, ¿por qué dos espectadores diferentes tienen interpretaciones distintas de La Pasión de Mel Gibson o de cuadros como la Mona Lisa de da Vinci, a pesar de estar observando el mismo objeto en similares circunstancias? La semiótica explica de modo coherente los complejos cambios de significado que se producen cuando la información se mueve de una lengua (digamos el inglés), o de un medio (por ejemplo un libro), a otra lengua o medio en el proceso llamado traducción. Por último, la semiótica es un contrapunto dinámico y muy necesario a la idea muy extendida, y no por ello menos limitada, de que el significado es como una semilla semántica aprisionada dentro de las cosas (imágenes, sonidos, palabras), cuya interpretación o traducción exige de un traductor que rompa el envoltorio y extraiga el significado. 
        Como cualquier otro modelo teórico, la semiótica consiste en un grupo de características básicas, o bloques de construcción conceptual. Se compone de 1) unas categorías filosóficas, 2) una aproximación al pensamiento lógico basado en estas categorías, 3) un tratamiento de la realidad en términos de signos, y 4) un proceso de construcción del significado llamado semiosis, y una búsqueda del pragmatismo o el compromiso.

Categorías

        La práctica de establecer categorías filosóficas para explicar cómo la mente organiza la realidad se retrotrae al menos al filósofo griego Aristóteles (384-322 A.C.). Según esta práctica, filósofos y lógicos infieren que la mente establece espacios mentales o categorías, que los humanos utilizamos para clasificar todas las impresiones sensoriales que inundan la mente desde el mundo exterior, a través de nuestros cinco sentidos: la vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato. Las categorías funcionan como clasificadores, a los que la mente dirige las impresiones sensoriales, de manera que luego la mente puede realizar su labor de procesar estas impresiones lógicamente, convirtiéndolas en pensamientos, propuestas y juicios de valor y finalmente desencadenando una respuesta adecuada. 
        Aristóteles (384-322 A.C.) propuso 10 categorías: sustancia, cualidad, cantidad, relación, dónde, cuándo, posición, posesión, acción y pasión. Emmanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán, postuló cuatro tipos de categorías mentales: cantidad, cualidad, relación y modalidad. Desde el punto de vista kantiano, mi nariz y mis ojos perciben una nube de humo y transfieren estas impresiones de los sentidos a mi mente, que, a su vez, les asigna una categoría denominada relación, más concretamente el tipo de relación que determina causas y efectos. Mi mente procesa esta información y determina que el humo es una señal lógica del fuego. La semiótica trabaja sólo con tres categorías, simplificando así el modo en el que entendemos el pensamiento, el razonamiento y la construcción del significado. Se llaman Primeridad, Segundidad y Terceridad. Hay que entender cada categoría como un paso que la mente da cuando procesa sentimientos básicos, impresiones sensoriales e intuiciones (Primeridad); cuando los relaciona con objetos de nuestra experiencia (Segundidad); y finalmente, cuando obtenemos conclusiones y establecemos reglas, orientaciones y leyes (Terceridad). En pocas palabras, las tres categorías explican, de un modo simplificado a la vez que pragmático, cómo la mente convierte las impresiones sensoriales en certezas, verdades y hábitos de la mente y la acción.
        La Primeridad describe el momento presente, tal y como se percibe desde el campo de los sentimientos. Explica “el sentimiento inmediato, instantáneo y no analizado: una paridad directa que depende únicamente de sí misma para su comprensión. Por ejemplo, la Primeridad se experimenta cuando se siente un dolor fuerte, una descarga eléctrica, el estremecimiento del placer físico, la sensación despertada por los colores rojo o negro, el estridente sonido del silbato de un tren, un olor penetrante… La Primeridad es, pues, la idea del instante presente intemporal experimentado como ‘pura emoción del tout ensemble’”. Se experimenta la Primeridad cuando se mira un termómetro en grados centígrados, pero sólo se conoce la escala Fahrenheit. Al ver que la temperatura es de 16 grados centígrados, se experimenta la Primeridad como un número aislado sin ningún punto de referencia en la propia experiencia. También se experimenta la Primeridad cuando se mira a un texto escrito con caracteres que nos son desconocidos, por ejemplo chinos o árabes, y se experimenta su ‘extrañeza’ al compararlos con los caracteres latinos y los textos que normalmente leemos.
        La Primeridad aparece a lo largo de las historias de la Biblia siempre que leemos fragmentos narrativos llenos de sentimientos básicos, emociones y experiencias directas. Algunos ejemplos concretos vienen inmediatamente a la mente: la pasión erótica del Cantar de los Cantares, la angustia de Moisés, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Pablo durante la aparición de Dios frente a ellos, en las llamadas historias de epifanía (Éxodo 3.1-22; Isaías 6.1-13; Jeremías 1.4-10; Ezequiel 2.1-3.27; Hechos de los Apóstoles 9.1-19; Hechos de los Apóstoles 22.6-16; Hechos de los Apóstoles 26.12-18). La locura y los celos de Saúl (1 Samuel 18.6-16); la “Traenenbrief” (‘carta enfadada’) de Pablo a los Corintios (1.12-6.13). La siguiente tabla presenta cualidades, ejemplos y referencias bíblicas que se corresponden con la Primeridad:

Primeridad Cualidades Ejemplos Biblia

	Sentimientos y emociones	Enamoramiento,

traición, muerte, angustia Cantar de los Cantares; la esposa de Oseas (Oseas 2.1-13), el canto fúnebre de David por Saúl y Jonatán (2 Samuel 1.17-27); la angustia de las narraciones de las llamadas (Isaías 6.1-13)

	Poderosas impresiones sensoriales primarias	Sorpresa, dolor, asombro.	Caída de Jerusalén (Lamentaciones 1.1-22); descubrimiento del sepulcro vacío (Marcos 16.1-8 y episodios paralelos)
	Estados mentales	Éxtasis, locura, visiones, estatus e identidad	Baile del éxtasis (1 Samuel 19.18-24); visión (Revelaciones 1.9-20); estatus e identidad de los escogidos (2 Samuel 7:1-17)
	Orientado al presente	Aquí y ahora	Juan 20.1-31 (verbos en presente)

        La Segundidad mira desde el presente hacia el pasado y añade la dimensión del ‘otro’. Relaciona un sentimiento o experiencia presente y directa de Primeridad con “otro”, esto es, con un objeto o suceso concreto (un Segundo). Esta noción del ‘otro’ implica “…un conocimiento doble, la experiencia de la acción y reacción, estímulo y respuesta, cambio y resistencia al cambio. La idea de golpear y ser golpeado es un buen ejemplo de Segundo, porque incluye elementos de polaridad, interacción, comparación y lucha. Mientras que un Primero es potencialidad, posibilidad, ‘simplemente algo que podría llevarse a cabo’, un Segundo es un hecho tangible, ‘una incidencia… algo que de hecho sucede’… Todo el conocimiento del mundo factual y los aspectos más prácticos de la vida humana tales como abrir una puerta, hacer una llamada telefónica o dar una patada a un balón son Segundos. Volviendo a nuestro ejemplo del termómetro: cuando miramos a un termómetro que sigue la escala Fahrenheit, que nos es familiar, y vemos que marca 50 grados, experimentamos la Segundidad porque nuestra experiencia nos proporciona un correlato, un Segundo, para ese número. Relacionamos el número con una temperatura exterior fresca, pero no fría. O en el caso de los caracteres no latinos, experimentamos la Segundidad cuando alguien nos dice que tenemos ante nosotros una versión en árabe de Las mil y una noches. 
        En la Biblia hallamos la Segundidad dentro de narraciones históricas (Josué, Jueces) que nos cuenta cómo Israel utilizó su Primeridad (su estatus como pueblo elegido) para conquistar otras naciones; en narraciones que presentan el conflicto entre Caín y Abel (Génesis 4.1-16) o entre David y Saúl (1 Samuel 18.6-31.13); en narraciones apocalípticas sobre la lucha del bien contra el mal (Revelaciones 13.1-21.8); en las cartas de Pablo que hablaban de sus detractores; en historias de polaridad, cambio y resistencia al cambio, como las de las dinastías de Israel y Judea y las narraciones de la Pasión en los Evangelios.
        El siguiente cuadro presenta cualidades, ejemplos y referencias bíblicas de la Segundidad:

Segundidad: Cualidades Ejemplos La Biblia

	Lo ‘Otro’; cambio, polaridad y lucha; conciencia y comunicación por una doble vía.	Conquista y derrota; guerras y conflictos sociales; conciencia del otro; diálogo y debate; conflictos familiares; guerras y campañas militares	Josué, Jueces y 1 y 2 Macabeos; Explicaciones de la creación; parábolas, historias de conflicto, milagros. 

3 Juan (Gayo frente a Diotrefes y Demetrio); José y sus hermanos (Génesis 37); Narraciones de la Pasión; Salmos (diálogo)

	Acción y reacción; conocimiento del mundo factual	Respuesta a una necesidad; visiones del mundo.	Colecta por Jerusalén (2 Cor 8-9); puesta en común de los bienes materiales (Hechos 4:32-37); Signos de los Tiempos (Lucas 12.54-56) 	 
	Hechos desnudos, sucedidos.	 	El Diluvio (Génesis 7);  Eclesiastés 3 (Un tiempo para todo)	 
	Orientado al pasado.	Los viejos tiempos	Kerygma (1 Corintios 15.1-11) 	 

        La categoría de la Terceridad nos lleva al futuro y más allá de “la vaga generalidad de la Primeridad... y la definida naturaleza de la Segundidad... [hasta] la continuidad, el dominio de sentimientos y acciones por principios generales. Dado que estos principios nos proporcionan explicaciones lógicas, toda actividad intelectual es un Tercero. El pensamiento lógico, la Terceridad crea el orden, la ley y la regularidad... Puesto que se ocupa de la continuidad, la Terceridad está orientada al futuro y nos permite predecir qué va a suceder y adaptar nuestras actitudes en consecuencia”. Volvamos a nuestro ejemplo de un termómetro... Cuando miramos a la escala Fahrenheit, observamos que la temperatura es fresca, y concluimos, por ejemplo, que esa lectura y la temperatura exterior son normales y predecibles en esa estación, tenemos Terceridad en forma de la afirmación de una regla general. En el caso de la versión en árabe de Las Mil y Una Noches, experimentamos la Terceridad cuando somos capaces de leer el texto por nosotros mismos porque conocemos las reglas y convenciones que caracterizan esa lengua. En la Biblia, las narraciones con esta cualidad de la Terceridad incluyen los Proverbios, el código de la Santidad del Levítico, los Diez Mandamientos, y el Sermón de la Montaña. La siguiente tabla presenta las cualidades, ejemplos y referencias bíblicas de la Terceridad:

Terceridad Cualidades Ejemplos Biblia

	Orden
	Listas, tablas, mapas, esquemas, programas.	Nuevo Templo (Ezequiel 40.1-48.35); Nueva Jerusalén (Revelaciones 21.1-22.5) ; 1 Crónicas 1.1-9.44)	 
	Regularidad	Sucesión, lo predecible.	Llamamiento de los Doce Apóstoles (Marcos 3.13-19); 	 
	Generalización	Sabiduría, consejos prácticos. 	Proverbios, Job.	 
	Autoridad	Leyes, reglas, códigos, normas	10 Mandamientos (Éxodo 20.1-17); Sermón de la Montaña (Mateo 5-7); Código de Santidad (Levítico 19-26); Código Deuteronómico; 	 
	Orientado al futuro	Predicciones, hipótesis, apocalipsis	Daniel, Revelaciones.	 

Lógica

        Usando estas tres categorías, la semiótica desarrolla una aproximación a la lógica, esto es, el proceso mediante el que la mente transforma las primeras impresiones en conclusiones bien construidas y razonamientos complejos, y la información conocida en información nueva. Los traductores siguen estas mismas reglas al sopesar distintas opciones y tomar decisiones. En términos tradicionales, la semiótica quiere saber cómo la mente va desde una premisa a una conclusión. Pero la semiótica rompe la tradición clásica en lo referente a la lógica, del mismo modo que lo hace con las categorías. Reconoce los silogismos tradicionales de razonamiento deductivo e inductivo, pero añade un tercer silogismo denominado razonamiento abductivo. Es precisamente este tercer tipo de razonamiento el que tiene especial relevancia para la traducción.
        En el razonamiento deductivo, partimos de una regla, formulamos un caso concreto y llegamos a una conclusión:
        Regla: Todos los coches del aparcamiento son de la marca Mercedes.
        Caso: Este coche procede del aparcamiento.
        Conclusión: Este coche es un Mercedes.
        En un contexto de traducción, podríamos decir:

Regla: Todas las frases del Sermón de la Montaña muestran la autoridad de Jesús. Caso: Esta frase es del Sermón de la Montaña. Conclusión: Esta frase muestra la autoridad de Jesús.

El razonamiento deductivo no crea nuevo conocimiento, sino que amplía, aplica y hace extensivo lo que ya sabemos, yendo de una regla general a un caso específico. Sus conclusiones son necesariamente correctas. La premisa o regla en un silogismo deductivo, que representa una generalización, es un ejemplo de Terceridad. Como tal, la premisa actúa como regla y convención que nos permite obtener una conclusión necesaria.

        En el razonamiento inductivo, se parte de un caso específico, se da un resultado y se llega a una regla general:
        Caso: Estos coches vienen del aparcamiento.
        Resultado: Estos coches son rojos.
        Regla: Todos los coches del aparcamiento son rojos.

        O en un contexto de traducción:
        Caso: Estas frases proceden del Sermón de la Montaña.
        Resultado: Estas frases muestran la autoridad de Jesús.

Regla: Todas las frases del Sermón de la Montaña muestran la autoridad de Jesús.

        La inducción consiste en un argumento estadístico o de probabilidad. No garantiza que la generalización a partir de un caso concreto sea necesariamente correcta. Pero el razonamiento inductivo tiene un propósito pragmático: nos facilita uno de los principales caminos por los que nos acercamos a la certeza y la verdad. La semiótica trata el caso o la premisa de la argumentación inductiva como un tipo especial de signo, llamado índice, que “señala” a su conclusión, como una veleta a la dirección del viento. Del mismo modo que un índice señala a otra cosa (la regla general), la premisa de una argumentación inductiva señala a la Segundidad. 
        El razonamiento abductivo no tiene la misma fuerza lógica que el inductivo y el deductivo. Pero el potencial de su lógica puede crear conocimiento nuevo en las Ciencias y en las Letras. Una argumentación abductiva comienza con una premisa en forma de regla, afirma un resultado u observación y llega a una conclusión o caso:
        Regla: Todos los coches del aparcamiento son de la marca Mercedes.
        Resultado: Estos coches son de la marca Mercedes.
        Caso: Estos coches proceden del aparcamiento.

En términos de traducción, tendríamos: Regla: Todas las frases del Sermón de la Montaña muestran la autoridad de Jesús. Resultado: Estas frases muestran la autoridad de Jesús. Caso: Estas frases son del Sermón de la Montaña.

El razonamiento abductivo arroja como resultado hipótesis y algunas veces se ha comparado con el juego o las apuestas: apuesto que estas frases son del Sermón de la Montaña porque estas frases muestran la autoridad de Jesús y todas las frases del Sermón muestran la autoridad de Jesús. El razonamiento abductivo es común en la traducción; comienza con una cierta intuición perspicaz que se proyecta como regla. Por ejemplo, un traductor del Evangelio según San Marcos, con el deseo de entender en toda su amplitud el alcance del Evangelio, podría razonar: Regla: Todos los capítulos del Evangelio según San Marcos presuponen la Narración de la Pasión. Resultado: Estos capítulos presuponen la Narración de la Pasión. Caso: Estos capítulos proceden del Evangelio según San Marcos. Dado que la regla o premisa de un razonamiento abductivo constituye un tipo de intuición, hipótesis o apuesta (“Apuesto que cada capítulo…”), es un caso de Primeridad; es un sentimiento, una intuición formulada como regla. En términos semióticos, representa un tipo especial de signo llamado icono. Dado que la abducción es tanto como la formulación de hipótesis, tiene que verificarse con datos, pero un razonamiento abductivo también puede contradecirse o falsearse. Esta observación explica por qué no existe una respuesta única a cualquier disyuntiva o decisión en la traducción; nuevos datos pueden verificar o falsear la opción elegida. La apuesta que supone el razonamiento abductivo es todavía más evidente en la traducción al formato mediático, donde cada opción de traducción está sujeta a verificación, falseamiento e interpretación, al contrastarse las hipótesis presentadas en la obra con los datos y las experiencias del espectador.

Signos

        En semiótica, todo tiene el potencial de funcionar como un signo. El único requisito es que algo pueda señalar a otra cosa y ser interpretado. Todo es potencialmente un signo que señala a otra cosa palabras e imágenes, estructuras y códigos culturales, pensamientos y sentimientos, plantas y animales, líneas y colores, olores y sabores. Aún más, todo signo tiene el potencial de expresarse a través de otro. Los signos pueden existir en el nivel de Primeridad, Segundidad y Terceridad, esto es, pueden expresar sentimientos en el presente, hechos pasados y acciones futuras basadas en reglas. Están presentes en todos nuestros silogismos lógicos y aparecen en premisas, observaciones y conclusiones. 
        Para la semiótica, todos los signos son iguales. Ningún sistema de signos tiene preferencia frente a otro. Las palabras, los molinos de viento, los gatos, la ropa, las nubes, los libros, las fotos, los gestos, las lenguas, los animales, las plantas y las estrellas son todos signos. Las costumbres sociales, los códigos postales y los sistemas culturales funcionan como signos, así como las instituciones políticas, los géneros literarios y las teorías y leyes científicas. También pueden entenderse así los conceptos y las ideas, así como los sentimientos y las emociones. Cuando miramos una nube y predecimos lluvia, estamos tratando la nube como un signo y traduciendo su significado pragmáticamente. Cuando miramos el cuadro de nuestro tío abuelo Isaías y pensamos en nuestro antepasado y la historia familiar, le damos al cuadro el valor de un signo. Al traducir la Biblia de una lengua a otra, trabajamos con signos. Cuando tenemos hambre y pensamos en un Big Mac, hemos categorizado el hambre como un signo. Cuando se agita un puño con furia a un taxista neoyorquino, se convierte el puño en un signo. Si las banderas te hacen sentir patriota; si el color verde te hace sentirte sereno; si una rebanada de pan francés y una botella de vino Medoc te devuelven a tus días de estudiante en París, estás trabajando con signos.

Partes de un signo

        La semiótica identifica tres partes del signo. Hay (1) una cosa (2) que equivale a otra (3) para alguien en ciertos aspectos. En su forma más sencilla, piensa en una foto de una manzana en el puesto de una frutería. Detrás de la foto hay una cesta llena de manzanas. Entras en la frutería, miras la foto, miras la cesta y en ese momento asignas un significado específico a la foto y a las manzanas en ese contexto sociotemporal. Ves la foto de la manzana y la manzana de verdad desde el punto de vista de las manzanas que acabarán en el pastel que piensas preparar. Los semióticos tienen términos técnicos para cada una de estas partes del signo: (1) signo-vehículo, (2) objeto, (3) interpretante. En la lingüística tradicional, el objeto se entendería como denotación o referencia y el interpretante como significado y connotación. El triángulo semiótico ha aparecido como una representación tradicional de la estructura triple del signo.

                                   interpretante
                                                   


                 
                       Signo-vehículo        objeto

Un ejemplo sencillo de esta estructura triple del signo serían las letras “g”, “a”, “t” y “o”, que denotan como su objeto físico a un gato. Para el interpretante que ve este signo vehículo y objeto desde la perspectiva de la vida doméstica, el gato connota una mascota, y no un cazador de ratones o un objeto de estudio de la Zoología. Hay que pensar en el signo vehículo como un ejemplo de Primeridad que está conectado con su objeto (Segundidad) por medio de un interpretante (Terceridad).

         mi mascota
                                             
                         
                                     
                                     g-a-t-o               un gato



Tipos de Signos

        El sentido común indica que hay diferentes tipos de signos. El signo de la cruz es diferente al de la señal de stop y además difieren en el tipo de lenguaje de signos. Piensa en que significaría traducir el signo de la cruz de un gesto a un dibujo o compara la señal de stop en una cultura y en otra. También hablamos de signos del tiempo. La semiótica identifica tres tipos de signos: iconos, índices y símbolos.
        La semiótica clasifica los signos de acuerdo a las diferentes relaciones que se establecen entre las partes de un signo. Especialmente para la nueva traducción a los medios de comunicación de textos y unidades discursivas se hace provocativa y rica esta característica de la semiótica ya que ofrece una herramienta de alto nivel analítico para clasificar e identificar signos, ordenándolos y dándoles prioridad, y finalmente decidiendo que signo debía transferir una traducción de un lenguaje y medio a otro lenguaje y medio. En semiótica, los signos pueden incluir todo, desde lo más pequeño o una sola letra en un trozo de papel a una compleja argumentación teológica y legal como la que encontramos en la carta de San Pablo a los Corintios.
        La semiótica divide los signos de acuerdo con el triángulo arriba referido: signos vehículo, objeto e interpretante. Los signos vehículo considerados en y para ellos son un ejemplo de Primeridad y representan un nivel muy abstracto de las cosas, por ejemplo, las letras, morfemas y lexemas de la lingüística, el color de la paleta de un artista, los números del sistema aritmético, un sentimiento de felicidad, una sensación de nerviosismo. El nombre de este tipo de signo es un signo-cualidad ya que denota una cualidad: el término técnico para este tipo de signo es “cuali-signo”. Cuando un signo vehículo representa casos individuales de alguna cosa se denomina signo-singulares (técnicamente un sin-signo). Y cuando un signo vehículo representa a una generalidad o a un caso repetido, por ejemplo, leyes y tendencias, se denomina un signo-legal (o legi-signo).

Signos Vehículo por sí mismos Primaridad: Tipos Características Ejemplos Ejemplos Bíblicos

	Signo Cualidad 	Colores, números	Expresiones matemáticas y algebraicas	Rojo, púrpura, escarlata 

(Rev.17)

	Signo-Singular	Casos individuales de las cosas	El Cometa Haley	Nacimiento de Jesús (Mateo 1:18-25)
	Signo-legal	Generalidades, leyes, tendencias	E=MC Cuadrado	Jueces 21.25 (Todos hicieron lo que era correcto en su opinión)

Cuando traducimos Primeridad tratamos de transferir un sentimiento o cualidad del original al objetivo; queremos captar la cruda emoción y las impresiones viscerales. La película La Pasión de Mel Gibson lo hace con un éxito atroz. En y por sí mismo, el símbolo matemático Pi sustituye una calidad inherente en números. Expresar calidad es la función de los colores en Rev. 17, que en y por ellos mismos funcionan como signos de calidad. En y por sí mismo el nacimiento de Jesús representa un Signo Singular en su unicidad, expresado en los Evangelios en frases como “único hijo unigénito” (Juan 1.14,18). Una ley moderna de la física Einsteiniana (E=MC cuadrado) por si misma representa un signo legal, expresando una regularidad en el orden físico de las cosas. Afirmaciones como Jueces 21.25, en sí mimas, también son Signos legales, denotando regularidad y tendencias. Cuando unimos signos vehículo y su objeto encontramos un caso de Segundidad —el caso en el que una cosa experimenta, o está conectada a la presencia del otro. Aquí también la semiótica da tres tipos de signos. Los signos pueden representar sus objetos, como un mapa o un retrato. En tales casos se denominan iconos; un signo puede representar con una relación causal al objeto, por ejemplo una veleta al viento, o una acción a su consecuencia; esto es por tanto un índice; o un signo vehículo puede relacionarse a su objeto como un símbolo; en tal caso la relación deriva de la costumbre y la convención.


Signos Vehículo y sus Objetos Segundidad Tipos Características Ejemplos Ejemplos de la Biblia

	Iconos	Representativos
	Mapas, retratos, proyectos, sueños, visiones	Biografías de David, Saúl, Josué
	 	 	 	 
	Índices	Causa efecto	Termómetro, formaciones de nubes, barómetros	Parábolas, historias de milagros, exorcismo
	Símbolos	Convencionales, unidos a la Cultura	Palabras, textos, diseños, imágenes	Simbología de la Revelación

        Un mapa, retrato, proyecto, sueño y una visión son iconos. Estos representan un objeto fuera de sí mismo, como una ciudad, una mujer, un edificio, deseos reprimidos y mensajes de Dios. Pero un icono trata la realidad de su objeto y la reduce a una escala menor. Las historias de la Biblia que nos dan los retratos de David, Saúl y Josué funcionan como barómetros, formaciones de nubes e índices. Como signos-índices representan una relación causa-efecto con algo. Un termómetro responde a la cantidad de calor en un objeto; un barómetro reacciona a la presión del aire, una formación de nubes responde a un frente atmosférico. Las parábolas de Jesús y los milagros funcionan como índices, apuntando en su uso causa-efecto hacia lo que sería la autoridad de Dios, o la venida del Reino.
        Las palabras y los textos, junto con muchos diseños e imágenes son mayormente símbolos que la semiótica define como un signo convencional o unido a la cultura. La convención determina como el lenguaje representa sus palabras y dibuja sus mapas semánticos y como ambos representan el mundo. La convención, por ejemplo, determina que la esvástica representa al Nazismo en Alemania desde la década de los 30 y los 40, pero a la vez la misma imagen entre los nativos americanos representa un motivo de arte decorativo.
        Finalmente, en una relación de Terceridad, un interpretante une tanto el signo vehículo y el objeto en una proposición lógica para crear las posibilidades, proposiciones y argumentos que estructuran el conocimiento y el discurso humano, incluyendo el conocimiento y el discurso que define la traducción. Si el signo forma una posibilidad, entonces el signo se denomina rema; si representa un hecho, entonces es una proposición; y si un signo manifiesta una razón, entonces es un argumento.


Vehículo Signo con Objeto e Interpretante Terceridad

	Tipos	Características	Ejemplos	Ejemplos de la Biblia
	Rema	Posibilidad	silogismos

abductivos e inductivos Ley Condicional (Si… Entonces) en Viejo Testamento.

	Proposición	Hechos	Silogismos

Deductivos Ley Apodíctica en Viejo Testamento

	Argumento	Razones	 	Carta a Filemón
	 	 	 	 

        Las afirmaciones de la ley condicional en el Viejo Testamento son ejemplos de remas o posibilidades dentro de la legislación bíblica. La conocida formula de “Si... Entonces” representa este caso. “Si aun continuas resistiéndote a mí y rehúsas obedecerme, aumentaré tu castigo siete veces.” (Levítico 26.21) Algunas formas de acción o pensamiento (vehículo signo) apunta a la resistencia al deseo divino (objeto), que para un intérprete, pensando en leyes condicionales, significa que ese castigo es el resultado de tal acción y pensamiento. Afirmaciones de la ley apodíctica, los Diez Mandamientos, por ejemplo, representan proposiciones o hechos. En el Éxodo 20.1-17, un conjunto definido de acciones y pensamientos (matar, robar, lujuriar) representan signos vehículo que apuntan a violaciones del deseo divino que para un intérprete, conocedor de leyes apodícticas, significa una ruptura del pacto con Dios. Filemón representa un ejemplo de este argumento. La acción de un esclavo fugitivo (Onésimo) representa un signo vehículo que apunta a un objeto, es decir un hecho castigado por la ley romana, al menos para un intérprete como el amo de los esclavos Filemón. Pero para otro intérprete, digamos Pablo, el signo Vehículo y el objeto apunta a otro significado o resultado, la posible liberación de Onésimo, por la que Pablo organiza un elaborado argumento.

Semiosis

        El proceso que creación del significado se denomina semiosis. Representa la compleja interacción entre las tres partes del signo, una interacción que llega a su punto máximo cuando interviene el interpretante. La semiosis prevé que un signo no deja de crear significado en la primera interacción de un signo-vehículo, objeto, e interpretante. En su lugar la semiosis pronostica que cada acción de un interpretante con su vehículo-signo y con el objeto crea una nueva secuencia de signo-vehículo, objeto e interpretante. Si un interpretante, que piensa en un animal doméstico como compañía, une los signos-vehículo “g” “a” “t” y “o” juntos con un gato real como su objeto, así el interpretante posiblemente llegará a “mascota” como el significado de este signo-vehículo y objeto. “Mascota” ahora se convierte en un signo-vehículo propiamente, conectado a un objeto, digamos que el interpretante llama a su gato Hugo. Otro interpretante concluye que Hugo representa una amenaza porque es alérgico a los gatos. En principio, la semiosis tiene un final abierto y podría continuar para siempre, lo que es una razón por la que conectar el significado de textos mediáticos es muy difícil a la par que fascinante. En la práctica establecemos límites pragmáticos a la construcción de significado basándonos en las máximas de Grice.
        La semiosis también se aplica al significado a nivel de la frase. Tomemos, por ejemplo, un signo-vehículo en la forma de “Nubes de tormenta acechan en el horizonte hoy” que representa un objeto en forma de frente atmosférico. Un interpretante leyendo este signo-vehículo y objeto desde el punto de vista meteorológico o ciencia atmosférica tratará esta información como una advertencia de mal tiempo y recomendará a la gente a permanecer en sus hogares. Un interpretante leyendo este signo desde la perspectiva de una regata tratará la información como buen tiempo para la carrera. Si el objeto del signo-vehículo resulta ser un evento, como sería una batalla inminente, entonces el interpretante, trabajando desde un punto de vista político, social e incluso religioso, verá las nubes de  tormenta como una metáfora de agitación, cambio y violencia.
        De gran relevancia a la traducción mediática es la semiosis al nivel de discurso y género. Tomemos por ejemplo un signo vehículo en forma del Sermón de la Montaña (Mateo 5-7). Como signo-vehículo, este texto apunta a un objeto, es decir, la figura de Jesús y su papel de maestro. Un interpretante tratará este objeto de manera diferente, y dependiendo del punto de vista, por ejemplo, como una recapitulación de las enseñanzas del histórico Jesús, o como una creación genial del evangelista Mateo. Un interpretante en forma de pintor, escultor, director de cine o creador de una novela gráfica añadirá otro marco de referencia del Sermón, digamos el referente a la creación artística. 
        El género a menudo funciona como signo vehículo, el género evangélico y la narrativa de la pasión por ejemplo. Como signo vehículo, el género evangélico apunta en la mente de mucha gente a la vida de Jesús. Si el intérprete es un estudioso, entonces el resultado podría ser una crítica histórica de la vida de Jesús. Si el interpretante es un productor de películas, entonces el resultado será una película. La Pasión, película del año 2004 de Mel Gibson es un buen ejemplo. En este caso, la película por sí misma es un ejemplo de la semiosis en curso que retrocedería a través de toda la historia de las películas de Hollywood de Jesús e incluso abarcaría toda la historia de la representación mediática de Cristo. Es también un signo-vehículo, que apunta a su objeto, el sufrimiento y la muerte de Jesús. Para un interpretante que viera la película desde el punto de vista del rendimiento de la inversión, la teología, relaciones de raza, violencia o estudios de traducción, la película representará una bonanza económica, la identificación con el sufrimiento y la muerte de Jesús, un aluvión de pullas anti-semíticas, un mar de violencia gratuita, o un esfuerzo intercultural brillante en la traducción a la pantalla.
        Debemos destacar que a su manera los evangelios representan a Jesús como un semiótico que practicó la semiosis. En Lucas 12:54-56, una historia sobre comprender los signos de los tiempos, vemos los tres elementos de un signo funcionando en el sermón de Jesús. “En viendo una nube que se levantaba del ocaso, al instante decís: Tempestad tenemos; y así sucede. Y cuando veis que sopla el aire de mediodía, decís: hará calor; y lo hace. Hipócritas, si sabéis pronosticar por los varios aspectos del cielo y de la tierra, ¿cómo no conocéis este tiempo del Mesías?” Convirtiendo esta historia a términos semióticos, podríamos decir que el signo vehículo es la bocanada de vapor de agua en el este que apunta a un suceso (cambio del tiempo). La combinación del signo-vehículo y el objeto lleva al interpretante a deducir que va a llover. De manera similar un movimiento de aire del sur (signo vehículo) apunta a un suceso (cambio de tiempo). Para un interpretante conocedor en los cambios climáticos esto significa que va a hacer calor. Muchas si no todas las parábolas de Jesús representan semiosis de este tipo. Especialmente las parábolas que se han convertido en alegorías merecen la consideración en cualquier discusión acerca de semiosis en el Nuevo Testamento. Debemos a su vez apuntar que el Cuarto Evangelio usa explícitamente el término griego semeion “signo” para los milagros de Jesús (Juan 2.11)
        Como hemos apuntado previamente, la semiosis es recursiva o no tiene fin porque los signos nunca son estables y cerrados sino que están constantemente creciendo en significado. Tomemos el versículo 56 en el texto de Lucas mencionado previamente: “Hipócritas, si sabéis pronosticar por los varios aspectos del cielo y de la tierra, ¿cómo no conocéis este tiempo del Mesías?” Toda la intervención de Jesús sobre el viento y las nubes en los versículos 54-55 se convierten en signos-vehículo apuntando a la capacidad mental (habilidad de interpretar el tiempo y predecir los cambios) pero ahora está sujeto a un interpretante no interesado en la meteorología sino en la espiritualidad. Este interpretante (Jesús) concluye a sus audiencias que, a pesar de su habilidad para interpretar los signos del tiempo, no pueden leer el signo verdaderamente importante del tiempo (la palabra y los hechos de Jesús) y conectarlos con un hecho (la llegada del Reino).
        El signo de la cruz es un famoso ejemplo del lado recursivo de la semiosis. En el contexto de la antigua ley romana, una figura en forma de cruz hubiera apuntado a una cruz real o incluso al proceso de la crucifixión y representaría el justo castigo impuesto al criminal. Pero cuando los primeros cristianos adoptaron el signo de la cruz, le dieron el signo-vehículo (figura de la cruz), un nuevo objeto (la cruz en la que murió Jesús) y una nueva, cuando no múltiple interpretaciones, por ejemplo, la muerte redentora de Jesús. Posteriormente la devoción cristiana y la teología llevaron el signo de la cruz más allá, cambiando el signo-vehículo de la cruz de Jesús a un gesto (el signo-vehículo es ahora el toque físico de la cabeza, corazón y hombros) que apuntan a su objeto (la muerte física y la cruz material de Jesús). A su vez, un nuevo interpretante aparece: la unión mística del creyente con el Cristo crucificado y resucitado.
        La semiosis también explica lo que tiene lugar dentro de la Biblia o en cualquier cuerpo de literatura cuando los autores toman prestado y manipulan textos de unos a otros. Los paralelismos sipnópticos en Mateo, Marcos, Lucas y en las máximas morales apócrifas, representan semiosis recursiva en el sentido de que un grupo de signos vehículo-objeto-interpretante, digamos la parábola del Sembrador en Marcos 4:1-9, se convierte en un signo vehículo en Mateo y Lucas con sus propios objetos e interpretantes.

Semiótica y Traducción

        Dentro del proceso de la traducción, podemos imaginar que las semiosis tiene lugar al menos dos veces: una vez en la formación del texto original y otra vez cuando el original se transplanta a un nuevo lenguaje o medio. De hecho, la traducción implica un proceso de semiosis que nunca acaba. Pensemos en el signo vehículo como el todo de un texto original, por ejemplo el texto griego de Lucas. El objeto sería la vida de Jesús. El primer interpretante (hay otros, como veremos) sería un tipo de proto-traducción que consiste en como el traductor entiende el texto griego o hebreo; como el traductor reacciona al texto, qué tipo de estrategia de traducción elige (dinámica o equivalencia formal, paráfrasis, interlinear); esto es, todo el conjunto complejo de decisiones que llamamos guías y principios. Podemos incluso querer pensar en la hermenéutica que producirá el texto traducido. El siguiente diagrama ilustra el primer movimiento en el proceso de la semiosis en la traducción.


                                                            
                                              Interpretantes del Traductor
                                                              (Guías, principios, normas,
                                                          traducciones en equipo, marcos)
                                                                      




                                                 Original                         Objeto
                                               (Griego Lucas)          (Vida de Jesús)

En segundo lugar, los interpretantes del traductor (la hermenéutica o la combinación interpretativa de guías, principios, normas, marcos, equipos de traducción) se convierten en el signo vehículo para el mismo objeto. Pero ahora el interpretante resulta ser la traducción, que desde un punto de vista da significado concreto a su signo vehículo y al objeto. Este diagrama sería:

                                                                      Interpretante
                                                                      (Traducción)
                                  Signo Vehículo                Objeto
                      (Interpretante del Traductor)      (Vida de Jesús)

En un tercer movimiento final la traducción es un signo vehículo por sí misma, cuyo objeto es todavía la vida de Jesús, pero cuyos interpretantes son los lectores (o en una representación o producto mediático, los espectadores).

Interpretante

                                                           (Lectores)


 



                                             Signo Vehículo    Objeto
                                             (Traducción)     (Vida de Jesús)

Interpretantes

        Una de las ideas nuevas introducidas en la traducción por la semiosis de Peirce es la de interpretante. Es también una de las diferencias cruciales entre la semiótica en la tradición europea de Saussure y la tradición americana de Peirce y Morris. Un interpretante debería considerarse en el marco de referencia en el que un signo-vehículo y un objeto reciben uno de los muchos posibles significados basados en el significado. Su localización, tiempo y unión cultural. Puede ser una persona o una audiencia o incluso un sector del mercado; puede ser como hemos visto las guías, principios y la hermenéutica que produce la traducción. Es una manera de decir que todo significado esta unido al contexto y que ocurre en localizaciones sociales, institucionales y culturales específicas. En los estudios modernos de traducción un interpretante puede considerarse como un marco de referencia, en la lexicografía moderna, la idea de campo semántico se acerca a la función de interpretante; en gramática las reglas prescriptivas y descriptivas que gobiernan la palabra y la estructura de la frase son interpretantes; en teología, los interpretantes están unidos a las posiciones interpretativas como son el fundamentalismo, el liberalismo, el conservadurismo, el modernismo, el post-modernismo.


La Pragmática de la traducción: De los signos a los hábitos mentales y a las acciones

        La semiótica es eminentemente práctica y pragmática. Considera al pensamiento y a la construcción del significado como actividades motivadas que tienen como objetivo la consecución de hábitos mentales y acciones inteligentes y consecuentes. Al englobar toda la realidad dentro del concepto de signo, la semiótica tiene un alcance universal e implicaciones de calado para la traducción orientada a un auténtico compromiso con el texto. Sus fuentes conceptuales (categorías, lógica, semiosis) tienen como meta asegurarse del significado de las cosas y suministrar conocimiento nuevo para que la mente lo procese en su búsqueda de la verdad.
        El lado pragmático de la semiótica también se hace visible en su aproximación a los distintos sistemas de signos, que es descriptiva y equilibrada. En tanto que campo de investigación, la semiótica describe los sistemas de signos, pero se mantiene neutral en lo que respecta al valor de estos sistemas de signos, ya sean visuales, escritos, sonoros, cinéticos, olfativos o táctiles. Una palabra escrita, una frase hablada, un movimiento de ballet o una nota musical transmiten información, y lo hacen de modo eficiente y adecuado dentro de sus respectivos campos. De este modo, la semiótica refleja la posición de la lingüística moderna, que permanece neutral y se guarda de no emitir juicios de valor sobre las lenguas, considerando la lengua esquimal inupi’at, el gulah de Sea Island y el inglés norteamericano como sistemas lingüísticos diferentes, pero en pie de igualdad.
        Desde el punto de vista de la traducción, la semiótica nos permite ampliar nuestra comprensión, tanto teórica como práctica, de lo que caracteriza a una traducción adecuada y aceptable. Durante demasiado tiempo, la traducción equivalía exclusivamente a la primera de las categorías postuladas por Jakobson: la interlingüística. Hasta hace poco, la semiotraducción no se había considerado como un tipo válido de traducción, y mucho menos como una fuente de conocimiento fidedigno sobre la traducción, las lenguas traducidas y sus culturas. La semiótica no sólo amplía nuestra comprensión de los elementos implicados en la traducción, sino que también nos dice qué significa traducir de un modo adecuado y aceptable. Por “un modo adecuado”, entendemos el grado en el que un texto meta o traducción recoge el significado del texto fuente. “Un modo aceptable” hace referencia a la capacidad de una traducción para reflejar las expectativas y normas de la audiencia a la que está dirigida. Tradicionalmente, los juicios sobre lo adecuado o aceptable en traducción se habían verbalizado a través de términos como invariabilidad del significado principal, equivalencia, exactitud o similitud. Éstos se habían aplicado principalmente a traducciones interlingüísticas e intralingüísticas. En esos casos, están midiendo un único tipo de signo: la palabra escrita o el texto literario. Desde una aproximación lingüística a la traducción, evalúan la distancia que separa el texto fuente de su traducción a nivel sintáctico, semántico y pragmático. Si la distancia es pequeña, la traducción es fiel; si la distancia es más grande, la traducción es poco fiel o, en el mejor de los casos, una paráfrasis, adaptación, reescritura o narración alternativa. 
        En un modelo semiótico, la evaluación de lo adecuado o aceptable es extensible a todos los sistemas de signos, no exclusivamente a los textuales y escritos. En este sistema, podemos considerar que la traducción aceptable y adecuada de un mensaje fuente puede ser un baile, una canción, un gesto, un olor, un artefacto o un color. Una veleta traduce la dirección del viento de un modo adecuado y aceptable, en forma de un signo visual que los humanos pueden ver y frente al que pueden reaccionar. En algunas culturas, el color rojo representa un cumpleaños; en unas cuantas, simboliza la rabia; y en otras, la pertenencia a una banda callejera. 

Conclusión

        La aproximación semiótica se convierte en una herramienta nueva y poderosa para el traductor mediático que pretenda interpretar y preparar narraciones bíblicas, diseñadas para la traducción o comunicación mediática. Por un lado, amplía el modo habitual en el que entendemos la traducción o el significado, en términos de palabras, frases, discurso y género. Se sitúa en un nivel superior y nos permite interpretar el significado en el modo en el que los medios de comunicación y la tecnología suelen operar. Por ejemplo, los productores a menudo quieren saber cuál es la “idea principal” de un texto, idea que deberán reflejar en una película, vídeo o coreografía. Un buen lugar para encontrar esa “idea principal” es en las áreas de la Primeridad, Segundidad y Terceridad. Pensemos en la Primeridad que Mel Gibson representó en su película La pasión. Como herramienta de análisis, la semiótica nos permite distinguir entre la traducción de un signo-vehículo, un objeto (o referente, o denotación) y un interpretante (o significado, o connotación). Todo ello nos permite tomar decisiones fundamentadas sobre qué es lo que deseamos traducir. 
        La semiótica nos proporciona una comprensión nueva de la naturaleza de los textos que traducimos. Por ejemplo, a menudo analizamos los textos desde la perspectiva de sus tres principales niveles lingüísticos: el semántico, el sintáctico y el pragmático. Pero la semiótica nos dice que los textos también son sincréticos, esto es, que están formados por una variedad de sistemas de signos, ya sean impresos, visuales, cinéticos o sonoros. La expresión “texto sincrético” hace referencia a la naturaleza de la información incluida en los textos; significa que la información nos llega a través de múltiples canales o medios. Tan sólo en los textos impresos, tendríamos que considerar el interlineado, el color, el diseño, la tipografía, la presentación y la textura. Cuando analizamos una ilustración, un dibujo, un cuadro o una música añadimos figuras, perspectivas, tonalidades y texturas a la naturaleza sincrética del texto. Todos estos sistemas de signos contribuyen a la conformación del significado original de un texto y, por lo tanto, también de su significado traducido a un texto meta. Un buen modo de medir la naturaleza sincrética de los textos es invitar a alguien a ver una película en blanco y negro, en lugar de en color; o dar a alguien una Biblia con tapas de papel, en lugar de una encuadernada en cuero con los filos de las páginas en dorado. 
        Como comentábamos con anterioridad, la semiótica está orientada inherentemente al compromiso y los resultados prácticos. Una visión semiótica de la traducción implica un compromiso con estos resultados prácticos. Nos lleva del reino de los signos y el significado al del establecimiento de los hábitos mentales que justifican nuestras acciones; en el caso de la traducción bíblica, un modelo semiótico puede conducir a un aumento en el compromiso, la autoridad y la comprensión de la Biblia. Trata el pensamiento y la construcción del significado como actividades con un propósito, cuya finalidad es crear hábitos mentales que conduzcan a una acción inteligente y motivada. 
        Como mentalenguaje, la semiótica ofrece una sólida variedad de herramientas descriptivas, analíticas, pragmáticas y de predicción. Utiliza la estructura y los fenómenos asociados a los signos de modo universal, para describir la valiosa moneda que los traductores cambian cuando ejercen como intermediarios entre un texto y cultura fuente y un texto y cultura meta. En su vertiente de predicción, afirma que, a través de un proceso llamado semiosis, los signos construirán significado como resultado de la puesta en funcionamiento de su maquinaria interna, en una interacción dinámica con otros signos y dentro de un contexto social, espacial y cultural concreto. Como herramienta para el análisis, la semiótica ofrece tres categorías conceptuales (Primeridad, Segundidad y Terceridad) y un repertorio de tipos de signos que nos ayudan a enfrentarnos con el texto, ofreciendo un modo novedoso de descomponerlo en los elementos que pudieran ser importantes para su semio-traducción. Las categorías y las tipologías de signos no pretenden reemplazar el análisis crítico de naturaleza filológica e histórica. Más bien, lo preceden, estableciendo los límites semióticos dentro de los que la traducción avanza. Y dado que la semiótica de Peirce es inherentemente pragmática, establece que el más importante objetivo de la traducción es la formación de buenos hábitos mentales. En términos de traducción bíblica, esto significaría hábitos mentales que lleven al reconocimiento de la autoridad de las Escrituras.